La algoritmización progresiva de las actividades cotidianas otorga a un puñado de empresas un poder sin precedentes sobre (casi) todo lo que hacemos.
¿En qué circunstancias debemos permitir que un algoritmo decida por nosotros?
La algoritmización progresiva de las actividades cotidianas otorga a un puñado de empresas un poder sin precedentes sobre (casi) todo lo que hacemos.
¿En qué circunstancias debemos permitir que un algoritmo decida por nosotros?
Clasificar las capacidades de los avances en inteligencia artificial en base a su utilidad para resolver distintos problemas de negocio es la mejor manera de entender qué puede hacer por nuestra empresa y qué no.
Si pensamos que la tecnología es la respuesta a todos nuestros problemas, que no tenemos nada que aprender de las ciencias sociales y que los números hablan por sí solos, estamos haciendo las cosas mal y vamos a terminar perdiendo clientes y dinero.
Technology is not Destiny. We shape our Destiny.
Erik Brynjolfsson y Andrew McAfee. Autores de “La Segunda Era de las Máquinas”.
Todo negocio se basa en una apuesta sobre el comportamiento humano. Las marcas que mejores resultados alcanzan, son las que mejor comprenden a sus clientes y, por tanto, pueden adelantarse a sus necesidades.
La conversación es la nueva interfaz. Los chatbots van a convertirse en el medio dominante de interacción cliente-marca. Los asistentes Siri (Apple), Cortana (Microsoft), Assistant (Google), Alexa (Amazon) y Messenger Platform (Facebook) son el prólogo al cambio de paradigma que nos espera.
La inteligencia artificial está automatizando un creciente número de actividades que hasta hace muy poco sólo podían realizar las personas. La sociedad necesita establecer un conjunto de reglas para gestionarla.
La verdadera promesa de la inteligencia artificial es automatizar la interpretación de la información. Pero… ¿Cómo lo va a hacer?